¿Cuál es su color de piel?

Recuerdo la primera vez que solicité el carné de identidad en Cuba. Fue muy emocionante ese día, tanto, que no me pesaba madrugar para evitar la extensa cola que siempre arrastran los trámites en las oficinas del Ministerio del Interior.

Flotaban en mi cabeza emociones propias de una menor de edad. La idea de tenerlo en mis manos simbolizaba un paso hacia la adultez, lo que representaba que poco a poco iba alcanzando mi libertad. Claro que en ese entonces me reservé este pensamiento porque mi madre y mi abuela se habrían reído en mi cara riñéndome con la típica frase de todos los días: “podrás hacer lo que quieras cuando te mantengas” (sumaban algunos improverbios más, pero mejor no mencionarlos).

Sustituir la tarjeta de menor de edad por el carné de identidad fue de los primeros pasos hacia la adultez. Cuando pasé por eso, el protocolo establecido era: la toma de la foto, las huellas, la entrega de los sellos y las preguntas mágicas: estatura y color de piel. Ya llevaba en mi cabeza las respuestas para estas dos preguntas, no tenía ningún conflicto al respecto.

Años más tarde tocó a mi primo pasar por el mismo proceso y recuerdo que días antes del “gran momento de transición hacia su adultez” estábamos bromeando con lo que sería su respuesta para la pregunta relativa al color de la piel. Las provocativas bromas venían dadas porque mi primo es hijo de mi tío (negro, de madre y padre negrxs) y mi tía (blanca, de madre y padre blancxs). Habían tres escalas de reconocimiento del color de piel: negro, blanco, mestizo o mulato y él se reconocía como mestizo. Hacíamos bromas en familia diciéndole que debía reconocerse como negro y él fuerte en su determinación, hasta reforzaba su mestizaje aduciendo que era “mulatico claro”. Todos nos reíamos ante esta ocurrente aseveración de un niño sin maldad ni consciente de que detrás de su respuesta había un halo de evidente racismo.  Y esto es sólo un ejemplo de la complejidad que lleva hablar de colores de piel en Cuba.

La diversidad de fenotipos populares cubanos es tan amplia que para referirse al color de piel no blanca han sido construidas por la ciudadanía ciertas denominaciones que recurren al paternalismo y al interés de disminuir la histórica carga despectiva que tiene la palabra “negro” en el contexto. Un ejemplo lo constituye el uso de diminutivos con independencia de la edad de la persona a la que va dirigida, por ejemplo: «negrito(a)», «prietecito(a)», «mulatico(a)». También es común el uso del término acompañado del posesivo para implicar confianza y familiaridad, lo que lo hace más afectivo, por ejemplo: mi negro(a) que puede ser sinónimo de «mi socio(a)», «mi amigo(a)»  y emplearse para designar a personas de las más variadas pigmentaciones.

Todo ello me llevó a una pregunta: ¿Se sabe cuáles son las cifras de la población negra y blanca en Cuba? Esta interrogante me hizo sumergirme en una consulta. Un primer censo registrado en 1774 arrojó poco más de 170 mil habitantes, donde predominaban alrededor de 30 mil hombres más que el número de mujeres. El 56 por ciento de los individuos fueron descritos como blancos y un 29 por ciento de piel negra. Con sed de estadísticas oficiales que dieran cuenta de la situación actual encontré un Informe de la ONE (Oficina Nacional de Estadísticas) de 2016 titulado “El color de la piel según el censo de población y viviendas de 2012”.

Su antecedente se encuentra en una monografía publicada en el año 1985, que bebió de información aportada por el Censo de Población y Viviendas de 1981 y el más inmediato a este fue un intento en el año 2008 sobre el censo del 2002 pero al final no fue editado. En esto queda explícitamente expresado la falta de interés que existe en el país por hacer una evaluación coherente sobre este tema. 

Del mismo informe cabe destacar que en el año 2012 existía un predominio de personas blancas, siendo negra la menor parte de la población. Si luego comparamos las estadísticas del comportamiento de etnicidad a lo largo de los años 1774 a 2012, esta característica se mantiene casi como constante.

Según estos informes, la población blanca siguió constituyendo el grupo predominante. Las diferencias entre los años se encuentran en el crecimiento-decrecimiento de la población negra y mulata.

Fig 1. Relación de la estructura de la población por color de la piel (%) (Tomado de Informe ONE, 2016)

Es curioso cómo han sido estudiadas las distintas pigmentaciones de la piel que caracterizan el fenotipo popular cubano. Las escalas de colores que se manejan en el argot popular son diversas y llenas de contrastes; amplían las comunes denominaciones de la piel: “blanca-negra-mulata” y matizan culturalmente las connotaciones que tienen, reforzando los prejuicios y mitos racistas.

Otra cuestión importante sobre este tema radica en el margen del error de las estadísticas: la posible parcialidad de los resultados. Tal como fue establecida la pregunta, queda abierta a la consideración del entrevistado, mediada por las percepciones, prejuicios y estereotipos que carga la categoría “color de la piel” en el autoconsciente de cada persona. Por tanto, la elaboración del cuestionario censal refleja el sesgo que presenta la forma en que fue redactada la pregunta. Esto pudo condicionar el no reconocimiento de un color de piel por el hecho de que algunas personas se fuerzan a no identificarse con una característica que ha sido marginada desde tiempos históricos.

Fig. 2: Tomado de: https://negracubanateniaqueser.com/2013/03/18/el-color-de-la-piel-en-censo-cuba-2012-ii/

Si tan sólo pudiéramos volver a los tiempos en los que el vocablo “raza” no existía y por tanto no suponía una fatal caracterización del ser humano… Pero estamos en un punto en el que se ha unido la necesidad de luchar contra la discriminación racial y aceptarnos como iguales, sobre la base del respeto a las diferencias. Comprenderlo a nivel de ciudadanía no es suficiente si se da por superado el problema a niveles macrosociales y gubernamentales.

Por absurdo que parezca, las variaciones en cantidad y tipo de melanina, pigmento que da color a nuestra piel, determina cada aspecto de nuestra individualidad y vida social. Por tanto, la respuesta a una pregunta tan sencilla como “¿cuál es su color de piel?” viene predispuesta por condicionamientos sociales que laceran hasta la más profundo, la vida de quienes no cumplan con la norma de llevar inscrita en su piel la blanquitud.  


4 respuestas a “¿Cuál es su color de piel?

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