La prosa de Morrison en Sula

Aviso Spoiler: Para quienes no han leído Sula, recomiendo antes su lectura 😉

En Sula, Toni Morrison narra la historia de dos amigas que crecen juntas en la ciudad de Ohio. El «Fondo» (Bottom en inglés) es el lugar al que se hace referencia, en el que se describe que habita una comunidad fundamentalmente negra y empobrecida. La novela gira en torno al espacio que habitan dos amigas (Nel y Sula), siendo Sula el enlace de todas las historias. Desde niñas crean una sólida unión en medio de conflictos familiares y sociales que terminarán atravesando sus personalidades. Viven momentos buenos y malos e incluso, algunos que las llevaron a compartir una culpa muy pesada por una muerte de la que Sula fue, sin quererlo, responsable.

La historia tiene momentos claves que terminan creando una predisposición hacia el personaje de Sula, que transita de lo positivo a lo negativo. Cuando se da a la defensa de Nel, confrontando el miedo que sentía al enfrentarse a un grupo de niños que las molestaban asiduamente, fue uno de los momentos en los que comienza su despertar en la historia. Sus palabras y el acto mismo de demostrar que no le daba miedo hacerse daño mucho menos hacer daño a los demás con tal de defender a su amiga ya evidencia un alto sentido de coraje.

La pérdida de su madre y el verla ardiendo en llamas ante sus propios ojos sin hacer nada, ni siquiera inmutarse, solo observar, hace que parezca terrorífico esta falta de temor ante la vida. La única vez que la recordamos llorando es tras la muerte de Chicken Little, luego no existirán otros episodios como este en que veamos reflejada un aparente arrepentimiento. Al contrario, al final, Morrison resume el efecto que tuvo para Sula el incidente de la siguiente forma:

«. . . La agradable sensación que había experimentado cuando a Pollo se le escurrieron las manos. Hacía años que no se interrogaba sobre ello. «¿Por qué no me sentí mal cuando ocurrió? ¿Por qué fue una sensación tan agradable verle caer?»» (Sula 130).

La historia continua su hilo narrativo con la separación de Nel y Sula. Cada una tomó su camino, Nell se casó y se convirtió a los ojos de la comunidad en una mujer de bien. Cuando Sula vuelve al barrio regresa imponente, segura, seductora, alejada totalmente del concepto de «mujer de bien» que asumía la sociedad y sin intención alguna de llenar este papel, segregándose ante las leyes establecidas en su comunidad. A pesar de ser la protagonista, el relato se centra en las vidas de los personajes que marcaron su vida como una forma de aproximar al lector a la comprensión de la vida misma de Sula. Ella abandona su hogar y cuando regresa su personaje encarna la rotura de la personalidad de aquella niña que dejó de serlo incluso viviendo en el cuerpo de una. Su llegada irrumpe con la tranquilidad aparente del pueblo en que vivía y todo se torna excesivamente problemático.

El ambiente cargado de supersticiones que relata Morrison en Sula, es otra de las características que se puede notar a lo largo de toda la obra. Cada momento clave se antecede de una señal que avisa al lector de que algo está por ocurrir. Esta táctica literaria de Morrison conduce toda la historia de principio a fin y la hace generar repetidos ganchos de atención que hacen que la lectura sea cualquier cosa menos monótona.

Sula es la antagonista en la historia, y Morrison te hace romper con el hilo preconcebido de ver en Sula un personaje positivo. Al llevar su nombre la novela podemos presuponer su protagonismo asociado a su bondad pero la historia traza otro rumbo, es esencialmente un personaje antagónico y esto es una de las sorpresas con la que nos vamos encontrando a medida que avanzamos.

Cuando se acuesta con el esposo de su mejor amiga comienzan a sucederse una serie de hechos que terminan aislando al personaje dentro de su propio contexto y marcando de forma rotunda la soledad que la venia caracterizando. Esta también es una de las razones por las que nos cuesta aceptar a Sula como protagonista. A medida que se va adentrando una en la lectura se puede llegar a esperar que en algún momento ocurrirá un cambio, un giro en la historia que hará que nos compadezcamos. Sula no se llega a cuestionar los actos que llegan a convertirla en una persona aborrecida por todos en su propio pueblo, al contrario, los reivindica y reafirma hasta el final. Se construye a si misma desde sus propias convicciones, las que podemos cuestionar y la propia lectura nos invita hacerlo, pero por encima de esto también nos hace valorar positivamente su firme propósito de no tener esposo, hijos, un hogar.

La falta de culpa y el ostracismo al que se ve expuesta llega a su punto de vigor Cuando Nel la visita en su lecho de muerte. Sula le dice: «Ser bueno con alguien es lo mismo que ser malo con alguien. Un riesgo. No se recibe nada a cambio» (p. 111).

A través del relato, Morrison describe lo bueno y lo malo, encarnado en el personaje de Nel y Sula.  Nel sobrevive y solo hasta el final no se da cuenta de que en realidad al separarse de Jude (su esposo) por la traición de su mejor amiga en realidad a quien perdía era a Sula, la que no tuvo tiempo de vida para reconocerse de una forma distinta, la absoluta maldad no le era algo intrínseco. En Sula, Morrison nos invita a la reflexión sobre los conflictos de un personaje que se construye a sí misma; sobre lo bueno, lo malo y la utopía de creerlos absolutos.


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